Hasta hace poco, algún tipo de maltrato era considerado “normal” en la cultura laboral. Cómo detectarlo y defenderse.
El maltrato es uno de los problemas más frecuentes que encontramos en las organizaciones. Pero hay que distinguir entre el maltrato y el simple malhumor de un superior o compañeros.
Mientras que el malhumor es una característica personal, el maltrato son conductas y actitudes específica y voluntariamente dirigidas hacia una o varias personas con el objetivo de generar malestar, insatisfacción y/o daño. Puede darse desde un superior a un subalterno o entre pares (es más raro).
Hasta hace poco tiempo las personas objeto del maltrato se encontraban en estado de indefensión, entre otras cosas porque algún tipo de maltrato era considerado “normal” en la cultura del trabajo.
En los últimos años tanto en Europa como en Estados Unidos se incrementaron de a miles las denuncias de maltrato, el mayor porcentaje se da en aquellos países que cuentan con legislación específica.
En la Argentina Desde el año 2002 hasta la fecha son varias las provincias (incluida la ciudad de Buenos Aires) que han promulgado leyes contra el maltrato laboral, aunque la mayoría de ellas todavía están circunscriptas al ámbito público.
¿Cómo se detecta?
Conductas reiteradas de agresión, relegamiento y aislamiento indican que estamos en presencia de maltrato. Entre otras:
Sistemáticas expresiones ofensivas o soeces referidas a la propia persona y/o a las tareas realizadas.
Sistemático reticeo de elementos y/o útiles para hacer las tareas. Desde negar el uso del teléfono, la fotocopiadora, hasta no disponer de un escritorio o un lugar fijo para trabajar.
Restricción del acceso a la información necesaria para realizar las tareas.
Postergación en promociones y/o ascensos.
Aislamiento de la persona de sus compañeros de trabajo.
Exigencia de tareas humillantes, contradictorias, ambiguas, difíciles de realizar ó inútiles. Crítica constante e injusta.
Descalificación o desacreditación pública delante de compañeros, superiores, clientes o proveedores a la persona y/o tarea.
Evitación de contactos personales, pidiendo sólo contactos escritos.
Burlas o gestos despreciativos o descalificadores.
Amenazas referidas al salario o la continuidad laboral.
Insinuaciones o propuestas sexuales como condicionantes para otros objetivos.
Agresiones físicas (son más raras).
¿Cómo defenderse?
En general a la gente le cuesta detectar el maltrato como tal, tarda en darse cuenta, primero piensa que efectivamente está haciendo mal las cosas, después no se siente seguro de definir como maltrato lo que ocurre.
La mayoría de las veces, el maltratado no comenta la situación en su trabajo por temor a la reacción del maltratante y a quedar en ridículo. Tampoco lo comenta con otro superior por temor a que la empresa apañe al maltratante, cosa que ocurre con frecuencia.
Puede pasar mucho tiempo hasta que finalmente el maltratado toma la decisión de hacerlo público, la mayoría de las veces apoyado por miembros de su familia y algún compañero.
Un nivel de defensa es realizar la denuncia. La pregunta que surge es ante quién denunciar cuando el maltratante es el superior inmediato.
Recomendamos comenzar con la denuncia dentro de la propia organización con un superior de la persona maltratante, y así dar la oportunidad a la empresa para que resuelva el tema. Si no se encuentran respuestas positivas que consisten en el cese del maltrato o en la exclusión de la empresa del maltratante recomendamos acudir a la justicia por fuera de la empresa.
El otro nivel es institucional. La empresa también puede considerarse una víctima.
Una empresa que contiene un maltratante pierde valor frente a su personal, frente a sus clientes, frente a sus proveedores y frente a la competencia.
Las razones para esto son varias: se enturbia el clima de trabajo, se facilita la fuga de los mejores, aumentan las ausencias por enfermedad, disminuye la calidad de los productos, se pierden clientes y la empresa es la que responde legalmente ante una denuncia por maltrato ya que debe hacerse cargo del resarcimiento económico.
Por todo esto permitir o tolerar el maltrato es un pésimo negocio para cualquier empresa.
A nivel institucional la educación es la herramienta más eficaz: la prevención es siempre muchísimo más económica en energía, tiempo y dinero que tratar el maltrato una vez instalado o afrontar una demanda laboral por maltrato.
El maltrato es uno de los problemas más frecuentes que encontramos en las organizaciones. Pero hay que distinguir entre el maltrato y el simple malhumor de un superior o compañeros.
Mientras que el malhumor es una característica personal, el maltrato son conductas y actitudes específica y voluntariamente dirigidas hacia una o varias personas con el objetivo de generar malestar, insatisfacción y/o daño. Puede darse desde un superior a un subalterno o entre pares (es más raro).
Hasta hace poco tiempo las personas objeto del maltrato se encontraban en estado de indefensión, entre otras cosas porque algún tipo de maltrato era considerado “normal” en la cultura del trabajo.
En los últimos años tanto en Europa como en Estados Unidos se incrementaron de a miles las denuncias de maltrato, el mayor porcentaje se da en aquellos países que cuentan con legislación específica.
En la Argentina Desde el año 2002 hasta la fecha son varias las provincias (incluida la ciudad de Buenos Aires) que han promulgado leyes contra el maltrato laboral, aunque la mayoría de ellas todavía están circunscriptas al ámbito público.
¿Cómo se detecta?
Conductas reiteradas de agresión, relegamiento y aislamiento indican que estamos en presencia de maltrato. Entre otras:
Sistemáticas expresiones ofensivas o soeces referidas a la propia persona y/o a las tareas realizadas.
Sistemático reticeo de elementos y/o útiles para hacer las tareas. Desde negar el uso del teléfono, la fotocopiadora, hasta no disponer de un escritorio o un lugar fijo para trabajar.
Restricción del acceso a la información necesaria para realizar las tareas.
Postergación en promociones y/o ascensos.
Aislamiento de la persona de sus compañeros de trabajo.
Exigencia de tareas humillantes, contradictorias, ambiguas, difíciles de realizar ó inútiles. Crítica constante e injusta.
Descalificación o desacreditación pública delante de compañeros, superiores, clientes o proveedores a la persona y/o tarea.
Evitación de contactos personales, pidiendo sólo contactos escritos.
Burlas o gestos despreciativos o descalificadores.
Amenazas referidas al salario o la continuidad laboral.
Insinuaciones o propuestas sexuales como condicionantes para otros objetivos.
Agresiones físicas (son más raras).
¿Cómo defenderse?
En general a la gente le cuesta detectar el maltrato como tal, tarda en darse cuenta, primero piensa que efectivamente está haciendo mal las cosas, después no se siente seguro de definir como maltrato lo que ocurre.
La mayoría de las veces, el maltratado no comenta la situación en su trabajo por temor a la reacción del maltratante y a quedar en ridículo. Tampoco lo comenta con otro superior por temor a que la empresa apañe al maltratante, cosa que ocurre con frecuencia.
Puede pasar mucho tiempo hasta que finalmente el maltratado toma la decisión de hacerlo público, la mayoría de las veces apoyado por miembros de su familia y algún compañero.
Un nivel de defensa es realizar la denuncia. La pregunta que surge es ante quién denunciar cuando el maltratante es el superior inmediato.
Recomendamos comenzar con la denuncia dentro de la propia organización con un superior de la persona maltratante, y así dar la oportunidad a la empresa para que resuelva el tema. Si no se encuentran respuestas positivas que consisten en el cese del maltrato o en la exclusión de la empresa del maltratante recomendamos acudir a la justicia por fuera de la empresa.
El otro nivel es institucional. La empresa también puede considerarse una víctima.
Una empresa que contiene un maltratante pierde valor frente a su personal, frente a sus clientes, frente a sus proveedores y frente a la competencia.
Las razones para esto son varias: se enturbia el clima de trabajo, se facilita la fuga de los mejores, aumentan las ausencias por enfermedad, disminuye la calidad de los productos, se pierden clientes y la empresa es la que responde legalmente ante una denuncia por maltrato ya que debe hacerse cargo del resarcimiento económico.
Por todo esto permitir o tolerar el maltrato es un pésimo negocio para cualquier empresa.
A nivel institucional la educación es la herramienta más eficaz: la prevención es siempre muchísimo más económica en energía, tiempo y dinero que tratar el maltrato una vez instalado o afrontar una demanda laboral por maltrato.