CÓMO ELIMINAR UN TATUAJE
Raúl Serrano
No todos quienes se realizan un tatuaje contemplan la posibilidad de borrarlo en el futuro, pero las circunstancias pueden obligarlos a ello. Los procesos para lograrlo son varios y, según los expertos, son más caros y dolorosos que hacer un nuevo grabado.
En términos muy sencillos podemos decir que un tatuaje se realiza mediante punciones con agujas cargadas de tinta y conectadas a un aparato que trabaja de manera similar a una máquina de coser sobre la piel. Quien lo lleva a cabo cuenta con la destreza de hacer trazos o dibujos de innumerables formas que para muchos se acercan a verdaderas obras de arte.
Escoger el sitio y la figura corre a cargo de quien será el portador, sujeto que en ocasiones se ve en la necesidad, por gusto o por obligación, de “borrar”, “quitar” o “remover” el tatuaje. Las opciones son varias, y según los mismos tatuadores cualquiera que se escoja será más cara y dolorosa que hacer uno nuevo.
Es así que lo primero a considerar para borrar un tatuaje es acudir a un dermatólogo —especialista médico en la salud de la piel— o cirujano plástico, a quienes deberá informarse cuánto tiempo hace que se realizó el dibujo y si fue hecho por un profesional. La importancia de lo anterior radica en que los trazados por amateurs son más difíciles de retirar porque la profundidad es muy variable, sin embargo, los realizados por expertos son más fáciles de quitar porque el pigmento es más uniforme.
También hay que tener en cuenta que cuanto más tiempo haya transcurrido desde que se hizo el dibujo menos complejo será de “borrar”. Para hacerlo con un tatuaje recién hecho conviene esperar cuatro semanas, por lo menos, aunque lo aconsejable es dejar pasar varios meses si queremos que el tono de la piel vuelva más rápidamente al que se tenía con anterioridad.
Ahora bien, tamaño y lugar son factores importantes para el resultado, ya que si se encuentra en brazos, pecho o parte superior de la espalda o cuello es muy posible que deje una cicatriz abultada y antiestética.
¿Qué elegir?
Sucede que paulatinamente un tatuaje pierde vistosidad y colorido, de manera que si no se desea quitarlo puede ser cubierto, es decir, realizar uno nuevo sobre el viejo aprovechando los restos que de éste se tengan. Pero esta técnica tiene algunos inconvenientes, por ejemplo, si el viejo tatuaje tiene color no debe ser cubierto con otro tono, ya que con el paso del tiempo aparecerían las líneas del antiguo dibujo. La solución es utilizar el negro, al menos en la zona a cubrir y, si se desea, incluir el color en los alrededores.
Existen diversas técnicas de eliminación de tatuaje, pero ninguna garantiza dejar la piel como estaba antes de ser grabada. Entre ellas pueden mencionarse:
Dermoabrasión. La zona elegida se rocía con una solución que la congela, para después, usando un instrumento rotatorio, se eliminan la capa de la epidermis (primera capa de piel) y el pigmento utilizado sobre ella; produce una herida similar a una quemadura y al cicatrizar disimula el tatuaje. Se utiliza poco.
Salabrasión (abrasión salina). Tras aplicar anestesia en la región, se “lija” la piel con un instrumento similar al empleado en la técnica anterior y utilizando una sal especial; este método deja cicatrices.
Técnicas láser. El haz de luz actúa rompiendo la superficie de las partículas de pintura, de modo que posteriormente el cuerpo las elimina en forma natural. Es un procedimiento largo y duele igual o más que al hacer el tatuaje, por lo que regularmente se utilizan previamente cremas anestésicas.
Funciona mejor con los tatuajes de color negro , azul oscuro y rojo, los cuales se eliminan muy bien en cuatro sesiones; los azules claros, verde, morado y anaranjados, requieren 8 o más sesiones, y los amarillos son los más difíciles, respondiendo después de 10 sesiones.
El proceso de cicatrización también es molesto y requiere cuidados especiales, como absoluta higiene y no exponerse al Sol; pueden quedar marcas o cicatrices.
Escisión. Se trata de eliminar porciones de piel, suturando los bordes. (Se hace siempre con anestesia local). En términos sencillos, se estira la zona de piel del tatuaje y se corta, dejando una cicatriz lineal. Es un procedimiento más caro, largo y doloroso que el uso del láser, y puede resultar peligroso dependiendo de la zona del cuerpo donde se realice. No es recomendable para tatuajes amplios, ya que puede dejar muchas cicatrices e incluso necesitar injertos.
Decisión definitiva
Pese a que tatuarse la piel es cada vez más popular, no todos quienes deciden realizárselo tienen información suficiente de los riesgos y cuidados que deben seguirse; a continuación proporcionamos algunos consejos importantes:
* No deben tatuar su piel quienes padecen hemofilia, ya que presentan escasa coagulación de la sangre y, en consecuencia, las pequeñas heridas que deja el proceso podrían poner en peligro su salud.
* Igualmente debe restringirse a individuos que portan marcapasos, debido a que las máquinas tatuadoras pueden interferir con el buen funcionamiento del dispositivo.
* También es necesario que lo eviten los pacientes con afecciones en piel, como acné, dermatitis, heridas o irritación, pues la cicatrización puede demorar más de lo normal.
* Piense más de una vez antes de ponerse en manos de un tatuador, no se deje influir por nadie y hágalo convencido de que será para el resto de la vida.
* Asegúrese de que el lugar al que acudirá para realizarlo cumpla con las medidas higiénicas que las autoridades sanitarias piden, ya que diversas infecciones están en riesgo de contraerse, como hepatitis o sida.
* Contemple que en nuestros días muchas posibilidades de empleo pueden venirse abajo por el hecho de tener un tatuaje.
* Elija un diseño del que no se arrepienta en unos cuantos días, semanas o meses, por ejemplo, el nombre de alguien por quien siente aprecio hoy puede transformarse en lo opuesto con el paso del tiempo.
* Tenga en mente que si el diseño lleva colores debe procurar no exponerlo al Sol constantemente, ya que tenderán a disminuir en intensidad y habrá que “retocarlos” para que recobren su vistosidad.
* Por lo menos durante el primer mes después de terminado el tatuaje deberá llevar una dieta balanceda y evitar grasas, carnes rojas, embutidos y mariscos, pues el riesgo de una infección es latente. Durante el mismo lapso el alcohol deberá dejarse de lado, ya que interfiere en la buena circulación sanguínea.
* Tras concluido el proceso, por ningún motivo toque su tatuaje con manos sucias, ni aplique yodo, antisépticos, agua con sal u oxigenada, ya que el inadecuado empleo de éstos implica riesgo de infección. El tatuador indicará qué pomada es la indicada para ayudar en la cicatrización.
* Quien se ha tatuado estará imposibilitado por las autoridades sanitarias a donar sangre por el resto de su vida, debido a la posible presencia de virus en el vital líquido.
Como puede verse, tatuarse no es una decisión que deba tomarse a la ligera, y que más allá de una moda se trata de un acompañante permanente.
Raúl Serrano
No todos quienes se realizan un tatuaje contemplan la posibilidad de borrarlo en el futuro, pero las circunstancias pueden obligarlos a ello. Los procesos para lograrlo son varios y, según los expertos, son más caros y dolorosos que hacer un nuevo grabado.
En términos muy sencillos podemos decir que un tatuaje se realiza mediante punciones con agujas cargadas de tinta y conectadas a un aparato que trabaja de manera similar a una máquina de coser sobre la piel. Quien lo lleva a cabo cuenta con la destreza de hacer trazos o dibujos de innumerables formas que para muchos se acercan a verdaderas obras de arte.
Escoger el sitio y la figura corre a cargo de quien será el portador, sujeto que en ocasiones se ve en la necesidad, por gusto o por obligación, de “borrar”, “quitar” o “remover” el tatuaje. Las opciones son varias, y según los mismos tatuadores cualquiera que se escoja será más cara y dolorosa que hacer uno nuevo.
Es así que lo primero a considerar para borrar un tatuaje es acudir a un dermatólogo —especialista médico en la salud de la piel— o cirujano plástico, a quienes deberá informarse cuánto tiempo hace que se realizó el dibujo y si fue hecho por un profesional. La importancia de lo anterior radica en que los trazados por amateurs son más difíciles de retirar porque la profundidad es muy variable, sin embargo, los realizados por expertos son más fáciles de quitar porque el pigmento es más uniforme.
También hay que tener en cuenta que cuanto más tiempo haya transcurrido desde que se hizo el dibujo menos complejo será de “borrar”. Para hacerlo con un tatuaje recién hecho conviene esperar cuatro semanas, por lo menos, aunque lo aconsejable es dejar pasar varios meses si queremos que el tono de la piel vuelva más rápidamente al que se tenía con anterioridad.
Ahora bien, tamaño y lugar son factores importantes para el resultado, ya que si se encuentra en brazos, pecho o parte superior de la espalda o cuello es muy posible que deje una cicatriz abultada y antiestética.
¿Qué elegir?
Sucede que paulatinamente un tatuaje pierde vistosidad y colorido, de manera que si no se desea quitarlo puede ser cubierto, es decir, realizar uno nuevo sobre el viejo aprovechando los restos que de éste se tengan. Pero esta técnica tiene algunos inconvenientes, por ejemplo, si el viejo tatuaje tiene color no debe ser cubierto con otro tono, ya que con el paso del tiempo aparecerían las líneas del antiguo dibujo. La solución es utilizar el negro, al menos en la zona a cubrir y, si se desea, incluir el color en los alrededores.
Existen diversas técnicas de eliminación de tatuaje, pero ninguna garantiza dejar la piel como estaba antes de ser grabada. Entre ellas pueden mencionarse:
Dermoabrasión. La zona elegida se rocía con una solución que la congela, para después, usando un instrumento rotatorio, se eliminan la capa de la epidermis (primera capa de piel) y el pigmento utilizado sobre ella; produce una herida similar a una quemadura y al cicatrizar disimula el tatuaje. Se utiliza poco.
Salabrasión (abrasión salina). Tras aplicar anestesia en la región, se “lija” la piel con un instrumento similar al empleado en la técnica anterior y utilizando una sal especial; este método deja cicatrices.
Técnicas láser. El haz de luz actúa rompiendo la superficie de las partículas de pintura, de modo que posteriormente el cuerpo las elimina en forma natural. Es un procedimiento largo y duele igual o más que al hacer el tatuaje, por lo que regularmente se utilizan previamente cremas anestésicas.
Funciona mejor con los tatuajes de color negro , azul oscuro y rojo, los cuales se eliminan muy bien en cuatro sesiones; los azules claros, verde, morado y anaranjados, requieren 8 o más sesiones, y los amarillos son los más difíciles, respondiendo después de 10 sesiones.
El proceso de cicatrización también es molesto y requiere cuidados especiales, como absoluta higiene y no exponerse al Sol; pueden quedar marcas o cicatrices.
Escisión. Se trata de eliminar porciones de piel, suturando los bordes. (Se hace siempre con anestesia local). En términos sencillos, se estira la zona de piel del tatuaje y se corta, dejando una cicatriz lineal. Es un procedimiento más caro, largo y doloroso que el uso del láser, y puede resultar peligroso dependiendo de la zona del cuerpo donde se realice. No es recomendable para tatuajes amplios, ya que puede dejar muchas cicatrices e incluso necesitar injertos.
Decisión definitiva
Pese a que tatuarse la piel es cada vez más popular, no todos quienes deciden realizárselo tienen información suficiente de los riesgos y cuidados que deben seguirse; a continuación proporcionamos algunos consejos importantes:
* No deben tatuar su piel quienes padecen hemofilia, ya que presentan escasa coagulación de la sangre y, en consecuencia, las pequeñas heridas que deja el proceso podrían poner en peligro su salud.
* Igualmente debe restringirse a individuos que portan marcapasos, debido a que las máquinas tatuadoras pueden interferir con el buen funcionamiento del dispositivo.
* También es necesario que lo eviten los pacientes con afecciones en piel, como acné, dermatitis, heridas o irritación, pues la cicatrización puede demorar más de lo normal.
* Piense más de una vez antes de ponerse en manos de un tatuador, no se deje influir por nadie y hágalo convencido de que será para el resto de la vida.
* Asegúrese de que el lugar al que acudirá para realizarlo cumpla con las medidas higiénicas que las autoridades sanitarias piden, ya que diversas infecciones están en riesgo de contraerse, como hepatitis o sida.
* Contemple que en nuestros días muchas posibilidades de empleo pueden venirse abajo por el hecho de tener un tatuaje.
* Elija un diseño del que no se arrepienta en unos cuantos días, semanas o meses, por ejemplo, el nombre de alguien por quien siente aprecio hoy puede transformarse en lo opuesto con el paso del tiempo.
* Tenga en mente que si el diseño lleva colores debe procurar no exponerlo al Sol constantemente, ya que tenderán a disminuir en intensidad y habrá que “retocarlos” para que recobren su vistosidad.
* Por lo menos durante el primer mes después de terminado el tatuaje deberá llevar una dieta balanceda y evitar grasas, carnes rojas, embutidos y mariscos, pues el riesgo de una infección es latente. Durante el mismo lapso el alcohol deberá dejarse de lado, ya que interfiere en la buena circulación sanguínea.
* Tras concluido el proceso, por ningún motivo toque su tatuaje con manos sucias, ni aplique yodo, antisépticos, agua con sal u oxigenada, ya que el inadecuado empleo de éstos implica riesgo de infección. El tatuador indicará qué pomada es la indicada para ayudar en la cicatrización.
* Quien se ha tatuado estará imposibilitado por las autoridades sanitarias a donar sangre por el resto de su vida, debido a la posible presencia de virus en el vital líquido.
Como puede verse, tatuarse no es una decisión que deba tomarse a la ligera, y que más allá de una moda se trata de un acompañante permanente.