Juguetes sexuales cada vez más usados
Consoladores, vibradores, pelotas de diferentes tamaños, esposas, arneses, penes huecos y macizos, látex: bienvenidos al polémico mundo de los juguetes sexuales. El catálogo es extenso, infinito si se da rienda suelta a la imaginación. Las tiendas en que los venden pueden ser una verdadera sorpresa para quienes las visitan por primera vez: los vibradores, por ejemplo, -que son los más populares- vienen en distintas formas, colores y materiales. Hay modelos que se pueden utilizar en el agua y algunos tan pequeñitos que pueden llevarse bajo la ropa interior sin que sean notados.
Miles de posibilidades Romanos, griegos, precolombinos, orientales: en casi todas las culturas se han fabricados objetos, casi siempre falos, destinados a dar placer sexual. Y, aunque en general el uso de estos artilugios se ha asociado principalmente al placer masculino, cada vez hay más mujeres que empiezan a utilizarlos en todo el mundo.
Solas, acompañadas, con parejas homosexuales o heterosexuales. Ya en la década de los 60, el 39% de 100.000 mujeres casadas estadounidenses que participaron en una encuesta hecha por Redbbok reconocía que usaba vibradores durante sus relaciones sexuales. Un 24% también empleaba aceites o lociones.
Desde entonces, la demanda por estos productos no ha hecho más que aumentar. Para comprobarlo, basta con navegar por la internet. Sólo en español es posible encontrar cerca de 40.000 sitios que los ofrecen. Precauciones Mitos, alabanzas y prejuicios rodean el mundo de los juguetes sexuales. Hay quienes dicen que son peligrosos, que pueden causar irritaciones o incluso enfermedades de transmisión sexual.
Otros los describen como algo antinatural, un signo de problemas de intimidad e incluso una depravación. Pero también hay médicos que los recomiendan para aprender a aumentar el placer, aunque advierten que hay que tomar ciertas precauciones, casi siempre referidas a la higiene. “Por supuesto, todo aquello que vaya a ser introducido en un orificio del cuerpo, vagina, ano, boca debe tratarse con sumo cuidado”, explica Esther Corona Vargas, secretaria para las Américas de la Asociación Mundial de Sexología. “Con los juguetes sexuales, lo más importante es no pasarlos de un orificio a otro, pues se pueden transferir organismos para los que determinadas partes del cuerpo no tienen defensas”, recalcó. Bidet y ducha León Gindín es médico, psicoanalista y secretario de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana.
Según él, los mejores juguetes sexuales están al alcance de la mano de todo mujer: “son el bidet, con el que es posible estimular la zona del clítoris, y la ducha sobre la vulva”. En cuanto a los que se venden en el mercado, Gindín indica que lo más importante es que los objetos elegidos funcionen con suavidad y recomienda que se usen cubiertos de un condón para evitar la transmisión de enfermedades, sobre todo cuando son compartidos. Pero más allá de esta aclaración, Gindín se muestra abierto al uso de juguetes sexuales. “Son divertidos y provocan buen humor”, opina.
“Claro que cuando son la única forma para obtener placer y no hay relaciones sexuales ni masturbación manual, por ejemplo, uno podría pensar que hay una actitud compulsiva, repetitiva, obsesiva, que debería ser tratada”, aclara. Curiosidad Piensen lo que piensen los especialistas, lo cierto es que millones de personas usan juguetes sexuales cada día en todo el mundo. Y a muchas parece encantarles.
“Comencé casi sin darme cuenta, por saber cómo era. Ahora tengo toda una colección y me divierto mucho con ella, sola o acompañada”, cuenta una mujer de 30 años asidua de una tienda en que se venden estos adminículos.
Una encuesta publicada en Terra.com le preguntó a 2.465 mujeres si alguna vez han utilizado juguetes sexuales.
Éstas son sus respuestas: Sí, y me gustó utilizarlos: 18,5%
Sí, pero no me gustó utilizarlos: 4,1% Sí, pero me son indiferentes: 1,5% No, pero me gustaría utilizarlos alguna vez: 43,5% No y tampoco me llama la atención utilizarlos: 32,5% Aunque sólo una minoría reconoció haberlos usado, la encuesta deja en claro que los juguetes sexuales despiertan curiosidad.
Carolina Robino. BBC Mundo
Consoladores, vibradores, pelotas de diferentes tamaños, esposas, arneses, penes huecos y macizos, látex: bienvenidos al polémico mundo de los juguetes sexuales. El catálogo es extenso, infinito si se da rienda suelta a la imaginación. Las tiendas en que los venden pueden ser una verdadera sorpresa para quienes las visitan por primera vez: los vibradores, por ejemplo, -que son los más populares- vienen en distintas formas, colores y materiales. Hay modelos que se pueden utilizar en el agua y algunos tan pequeñitos que pueden llevarse bajo la ropa interior sin que sean notados.
Miles de posibilidades Romanos, griegos, precolombinos, orientales: en casi todas las culturas se han fabricados objetos, casi siempre falos, destinados a dar placer sexual. Y, aunque en general el uso de estos artilugios se ha asociado principalmente al placer masculino, cada vez hay más mujeres que empiezan a utilizarlos en todo el mundo.
Solas, acompañadas, con parejas homosexuales o heterosexuales. Ya en la década de los 60, el 39% de 100.000 mujeres casadas estadounidenses que participaron en una encuesta hecha por Redbbok reconocía que usaba vibradores durante sus relaciones sexuales. Un 24% también empleaba aceites o lociones.
Desde entonces, la demanda por estos productos no ha hecho más que aumentar. Para comprobarlo, basta con navegar por la internet. Sólo en español es posible encontrar cerca de 40.000 sitios que los ofrecen. Precauciones Mitos, alabanzas y prejuicios rodean el mundo de los juguetes sexuales. Hay quienes dicen que son peligrosos, que pueden causar irritaciones o incluso enfermedades de transmisión sexual.
Otros los describen como algo antinatural, un signo de problemas de intimidad e incluso una depravación. Pero también hay médicos que los recomiendan para aprender a aumentar el placer, aunque advierten que hay que tomar ciertas precauciones, casi siempre referidas a la higiene. “Por supuesto, todo aquello que vaya a ser introducido en un orificio del cuerpo, vagina, ano, boca debe tratarse con sumo cuidado”, explica Esther Corona Vargas, secretaria para las Américas de la Asociación Mundial de Sexología. “Con los juguetes sexuales, lo más importante es no pasarlos de un orificio a otro, pues se pueden transferir organismos para los que determinadas partes del cuerpo no tienen defensas”, recalcó. Bidet y ducha León Gindín es médico, psicoanalista y secretario de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana.
Según él, los mejores juguetes sexuales están al alcance de la mano de todo mujer: “son el bidet, con el que es posible estimular la zona del clítoris, y la ducha sobre la vulva”. En cuanto a los que se venden en el mercado, Gindín indica que lo más importante es que los objetos elegidos funcionen con suavidad y recomienda que se usen cubiertos de un condón para evitar la transmisión de enfermedades, sobre todo cuando son compartidos. Pero más allá de esta aclaración, Gindín se muestra abierto al uso de juguetes sexuales. “Son divertidos y provocan buen humor”, opina.
“Claro que cuando son la única forma para obtener placer y no hay relaciones sexuales ni masturbación manual, por ejemplo, uno podría pensar que hay una actitud compulsiva, repetitiva, obsesiva, que debería ser tratada”, aclara. Curiosidad Piensen lo que piensen los especialistas, lo cierto es que millones de personas usan juguetes sexuales cada día en todo el mundo. Y a muchas parece encantarles.
“Comencé casi sin darme cuenta, por saber cómo era. Ahora tengo toda una colección y me divierto mucho con ella, sola o acompañada”, cuenta una mujer de 30 años asidua de una tienda en que se venden estos adminículos.
Una encuesta publicada en Terra.com le preguntó a 2.465 mujeres si alguna vez han utilizado juguetes sexuales.
Éstas son sus respuestas: Sí, y me gustó utilizarlos: 18,5%
Sí, pero no me gustó utilizarlos: 4,1% Sí, pero me son indiferentes: 1,5% No, pero me gustaría utilizarlos alguna vez: 43,5% No y tampoco me llama la atención utilizarlos: 32,5% Aunque sólo una minoría reconoció haberlos usado, la encuesta deja en claro que los juguetes sexuales despiertan curiosidad.
Carolina Robino. BBC Mundo