Tener paciencia es estar dispuesto a trabajar en el proceso de crecimiento. Lo bueno, lo positivo y lo verdadero no pueden lograrse inmediatamente o de manera automática; requieren tiempo y un proceso. A veces debemos actuar, pero otras veces tenemos que esperar. A menudo la gente trata de hacer que las cosas sucedan a la fuerza. En ocasiones ésta da resultado, pero en esos casos no nos queda el sentimiento de haberlo logrado realmente. Si cada centímetro del éxito se obtiene mediante una batalla o conflicto, la victoria es vana.
Los buenos resultados no dependen únicamente de nosotros o de nuestra aportación. El éxito se deriva de aprender a respetar las cosas; no sólo las situaciones, sino especialmente las personas. Sin duda debemos actuar, pero no debemos tener apego al acto en sí. El apego a lo que hacemos es lo que limita el éxito de los resultados, ya que el apego o el deseo de obtener ciertos resultados despoja a la acción de su pureza.
¿Cómo trabaja el jardinero? Selecciona el terreno y, según la temporada, siembra las semillas apropiadas. Él disfruta de su trabajo: labra la tierra, esparce las semillas y más tarde riega la planta; sin embargo, en última instancia sabe que es la naturaleza la que manifestará su milagro de vida. El jardinero debe estar siempre atento, asegurándose de que haya suficiente agua, que no ataquen los insectos; pero no puede dominar el proceso. Él coopera y colabora con la naturaleza, pero no debe interferir. El jardín más hermoso es el producto de la asociación entre él y la naturaleza. Él acata sus leyes, comprendiendo cuándo ha de participar y cuándo esperar.
El jardinero debe comprender la ley del equilibrio; de otra manera hará demasiado o muy poco, y la belleza y productividad del jardín se verán mermadas. El jardinero debe respetar el tiempo; debe tener la paciencia de esperar la estación adecuada para sembrar, porque si determinadas semillas se plantan en el momento equivocado o en el lugar erróneo de nada servirá la atención que se les brinde. Sin embargo, no basta con tener paciencia; si no se entiende lo que es apropiado, la paciente espera no concuerda con la verdad de una situación.
La inactividad y la paciencia no son lo mismo. La inactividad puede ser apatía, y la apatía surge cuando no existe el deseo de realizar esfuerzos o de comprometerse.
Debemos sembrar las semillas de las acciones correctas y regarlas con responsabilidad y atención, pero nunca forzar las cosas por deseos egoístas. Estos deseos arruinan la cosecha que deseamos recolectar. No puede haber éxito con respecto a la felicidad y el bienestar si constantemente estamos interfiriendo y manipulando lo que deberíamos dejar en paz. Tenemos que trabajar mostrando respeto hacia el proceso natural; con este respeto, el bien inherente surge de todas las cosas.
Buena Suerte y hasta la proxima!
Aportado por: Lidia Trujillo
Los buenos resultados no dependen únicamente de nosotros o de nuestra aportación. El éxito se deriva de aprender a respetar las cosas; no sólo las situaciones, sino especialmente las personas. Sin duda debemos actuar, pero no debemos tener apego al acto en sí. El apego a lo que hacemos es lo que limita el éxito de los resultados, ya que el apego o el deseo de obtener ciertos resultados despoja a la acción de su pureza.
¿Cómo trabaja el jardinero? Selecciona el terreno y, según la temporada, siembra las semillas apropiadas. Él disfruta de su trabajo: labra la tierra, esparce las semillas y más tarde riega la planta; sin embargo, en última instancia sabe que es la naturaleza la que manifestará su milagro de vida. El jardinero debe estar siempre atento, asegurándose de que haya suficiente agua, que no ataquen los insectos; pero no puede dominar el proceso. Él coopera y colabora con la naturaleza, pero no debe interferir. El jardín más hermoso es el producto de la asociación entre él y la naturaleza. Él acata sus leyes, comprendiendo cuándo ha de participar y cuándo esperar.
El jardinero debe comprender la ley del equilibrio; de otra manera hará demasiado o muy poco, y la belleza y productividad del jardín se verán mermadas. El jardinero debe respetar el tiempo; debe tener la paciencia de esperar la estación adecuada para sembrar, porque si determinadas semillas se plantan en el momento equivocado o en el lugar erróneo de nada servirá la atención que se les brinde. Sin embargo, no basta con tener paciencia; si no se entiende lo que es apropiado, la paciente espera no concuerda con la verdad de una situación.
La inactividad y la paciencia no son lo mismo. La inactividad puede ser apatía, y la apatía surge cuando no existe el deseo de realizar esfuerzos o de comprometerse.
Debemos sembrar las semillas de las acciones correctas y regarlas con responsabilidad y atención, pero nunca forzar las cosas por deseos egoístas. Estos deseos arruinan la cosecha que deseamos recolectar. No puede haber éxito con respecto a la felicidad y el bienestar si constantemente estamos interfiriendo y manipulando lo que deberíamos dejar en paz. Tenemos que trabajar mostrando respeto hacia el proceso natural; con este respeto, el bien inherente surge de todas las cosas.
Buena Suerte y hasta la proxima!
Aportado por: Lidia Trujillo